Portilla de la Garganta

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Ese pedrusco de la izquierda es el Fraile

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sábado, 3 de julio de 2010

¡Si!

Contestación de Teodoro Guerrero.











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(A Ricardo Sepúlveda)







Tus lindos versos leí
y contesto sin retraso;
tú me preguntas: ¿Me caso?
Y yo te respondo: ¡Sí!
Si de una mujer amante
te llegas a enamorar,
Ricardo, no hay que dudar:
debes casarte al instante.
¿A lord Byron, que era un loco,
citas contra el casamiento?
Yo no te quiero engañar
con mentirosos consejos;
ven a verme: son reflejos
de la dicha de mí hogar.
Yo por el mundo corrí;
más después que me casé,
en mí casa me encerré
y al mundo ya no volví.
Y eso, Ricardo, le pasa
al que tiene esposa buena:
¿Quién busca mujer ajena
teniendo un tesoro en casa?
Confiesas tú ceguedad
porque no alcanzas a ver
“donde se halla la mujer
que da la felicidad”.
En el mundo, no lo dudes,
hay mujeres infinitas
amantes, bellas, benditas,
que cultivan las virtudes.
Mas no le elijas coqueta,
ni interesada, ni altiva;
busca una mujer que viva
como vive la violeta.
No lleves mujer al templo
de educación descuidada,
que no esté bien preparada
por su madre, en el ejempl.
No puede ser buena esposa
ni hacer feliz al marido,
la mujer que no ha tenido
madre honesta y hacendosa.
Para encontrarla, te basta
en cuenta siempre tener
mí sentencia: La mujer
como el melón: por la casta.
¡Ay del que el consejo olvida!…
Si así quieres obtenerla,
la hallarás como la perla
entre la concha escondida.
¿Sabes que el lazo sagrado
que funde a dos en un ser,
del hombre y de la mujer
es el más perfecto estado?
¿Eso tu pluma escribió?
¿Qué más puedo yo decir?...
Nada tengo que añadir;
sabes tanto como yo.
Me revelas el deseo
que tienes de ser dichoso;
tú serás un buen esposo,
pues ya, casado te veo.
Quien piensa de esa manera
acredita que está amando,
o al menos, que está buscando
una dulce compañera.
Ya te contemplo embobado
la luna de miel pasar,
y con orgullo, llevar
del brazo a tú esposa al Prado.
Al verla en tú compañía,
tienen envidia al esposo,
y murmuras: “¡Soy dichoso!
¡porque esta mujer es mía!”
Pasa pronto un año y Dios,
que vela por tu fortuna,
un ángel pondrá en la cuna
que preparasteis los dos.
Aunque el te robe la calma,
besándole, en tú embeleso,
aprenderás que hay un beso
que es un suspiro del alma.
Sentirás nueva emoción
besando sus labios rojos,
y mirándote es sus ojos,
espejos del corazón.
Porque ese ángel, ese niño
que busca amparo en tus brazos,
estrecha tus fuertes lazos
y eterniza tú cariño.
Dirasme acaso, lo sé,
que habrá en tus gastos aumento;
más su amor te dará aliento
para trabajar con fe.
Invado el tiempo, y te miro
con tus chicuelos, que van
dando saltos a echar pan
a los patos del Retiro.
Sufrirás, como sufrí,
para hacerlos estudiar,
y tendrás que repasar
con ellos el quis vel qui.
Pero, en cambio, si algún día
alcanzan lauros de gloria,
gozando con su vistoria,
dirás: “¡Esa gloria es mía!”
Venturoso no has de ser
buscando falsos placeres
en el mundo y las mujeres.
Hé aquí todo: ¡tu mujer!
Esa mujer que te adora
se identifica contigo;
es tu amante y es tú amigo.
Después de muerto te llora.
Aprovecha la ocasión,
que es prudente mí consejo:
se llega muy pronto a viejo…
¡Ay del viejo solterón!
Yo, que digo la verdad,
te sirvo de testimonio
a favor del matrimonio:
¡Esa es la felicidad!
Esta es la respuesta de Teodoro Guerrero a la pregunta de su amigo Ricardo Sepúlveda...


                                                                     ¿Me caso?

jueves, 1 de julio de 2010

¿Me caso?


 
Como me hacía falta una hermosa novia, me he traido esta del blog de mí buena amiga Miuíka. Gracias amiga mía.



Un tal Ricardo Sepúlveda, pide consejo a su amigo Teodoro Guerrero sobre una cuestión muy delicada: El matrimonio. Vamos a leer estos poemas que se editaron en un libro escrito creo que por Teodoro Guerrero, puesto que no hay más nombre de autor que este, publicado en 1873 y titulado:
El Matrimonio.
(Pleito en verso).








¿Me caso?



(A Teodoro Guerrero)
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El matrimonio procede del amor como el vinagre del vino.
(Byron)





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Sobre un punto cuestionable
tengo hace tiempo una duda,
y es, por tanto, incuestionable
que vengas hoy en mí ayuda.
Estaré dado al demonio;
mas esta es mí duda amigo:
Quien propaga el matrimonio
¿merece premio, o castigo?
Tú lo ensalzas… elocuente;
la juventud se desmanda…
Si fuera tan excelente,
¿para qué la propaganda?...
he leído con afán
esos Cuentos de salón,
que publicándose están
con inmensa aceptación.
Aplaudo su estilo ameno;
son morales, entretienen;
pero lo que yo condeno
es la tendencia que tienen.
¿No merece… cualquier cosa
quien al célibe acomete?
Eso de tener esposa
¿no es como tener grillete?
Dijo un lord con gran talento
“Procede (y no es desatino)
del amor el casamiento
como el vinagre… del vino”.
Y siento, por consecuencia,
Que tu ingenio se consagre
a demostrar la excelencia
no del vino… del vinagre.
No te figures, Guerrero
que hablo por necia manía:
no señor; cantar espero
la palinodia algún día.
Pero ya vuelvo a tener
la eterna dificultad:
¿donde se halla la mujer
que da la felicidad?
Yo se que en dudas me abismo,
que me hacen perder la calma;
yo sé que el escepticismo
es siempre cáncer del alma.
Yo sé que fui reclutando
del matrimonio enemigos…
Y ahora… ¡se me van casando
casi todos mis amigos!...
Se que hay quien puede en la vida
gozar de dicha ignorada,
si al creer su fe perdida
halla la mujer soñada…
Pero… Ramón se ha casado,
y pasa la pena negra
con la mujer ¡que ha soñado!
dos primitos y una suegra.
Sé que hay consortes felices…
(hasta dos puedo citar)
mas sé también que hay deslices
imposibles de evitar.
Yo sé que el lazo sagrado
que funde a dos en un ser,
es el más perfecto estado
del hombre y de la mujer.
Y sin embargo, me aterra
esa unión; sigo soltero,
aunque tu me hagas la guerra
con el valor de un… GUERRERO.
Amigos tuve en Granada
(aún al pensarlo me asusto)
incapaces de hacer nada
que no fuera santo y justo.
Fama de probos lograron
y de profundo talento;
¡y no obstante, se casaron
sin tener remordimientos!
Mil ejemplos hay patentes
de bodas perjudiciales…
¡hay tantos inconvenientes
en esos saltos mortales!
Amantes muchas del oro,
dominantes, perezosas,
hasta infieles… ¡Ay, Teodoro!
¡no puedo con estas cosas!
Y es lo más grave del caso,
que no sirve conocerlas:
no hay, para dar un mal paso,
cosa mejor que escogerlas.
No tiene importancia alguna
la experiéncia en este punto,
pues cada mujer es una…
complicación del asunto.
Quizá la pasión me ciega
al no apuntar más que abrojos;
pero el que a casarse llega,
¿no es porque cierra los ojos?
En fin, si tú me convences
(con los datos que me faltan)
de que pienso mal; si vences
los temores que me asaltan,
si pruebas que en este suelo
hay mil parejas dichosas
que viven como en el cielo,
así… una porción de cosas,
tal vez vea mis errores,
que abjuraré por fatales,
y seré de esos señores
que se casan muy formales.
Si errores voy abjurando
que al matrimonio se imputan,
ya te escribiré llorando:
¡Moritori te salutan!

En la próxima entrada os dejaré que leáis la respuesta de su amigo Guerrero. Es un libro muy bonito, en el que intervienen distintos personajes, grandes poetas de la época, unos aconsejando el matrimonio y otros desaconsejándolo. Espero que lo disfruteis.