Portilla de la Garganta

Portilla de la Garganta
Ese pedrusco de la izquierda es el Fraile

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viernes, 16 de abril de 2010

La vaca blanca

Foto de la red




La vaca Blanca
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De un amor que pasó, como un paisaje
visto del tren, cuando se va de viaje;
de un romance de un mes, en un cobijo
del llano, una mujer me dejó un hijo.
Ella murió, y abrieron una fosa
y allí metieron el residuo humano,
y una cúpula azul sobre una losa
fue el mausoleo: el cielo sobre el llano.
Y me dejó un pequeño
así de grande y como flor de harina,
con unos ojos como para un sueño
y el laberinto de su lengua china.
Yo vine de muy lejos para verle. Tenía
las pestañas muy largas; me miró fijamente
y me mostró la lengua bajo la calva encía,
con una picardía
de granuja que dice: "¿Que me verá esta gente?"
Tuvo hambre. Yo anduve de covacha en covacha
comprándole su leche al niño ajeno.
Cada vez que encontraba una muchacha
con cierta gula le miraba el seno.
Había seis mujeres:
eran cinco doncellas y una vieja arrugada.
Eran diez pechos para los placeres
y dos, que no servían para nada.
Pasé por el corral y hallé en la puerta
la vaca blanca y su ternera muerta.
Y se vino hacia mí la vaca blanca,
una estrella en la frente y una cruz en al anca.
Mi niño era de nieve; su ternera de armiño;
por su ternera, yo le dí mí niño.
Y era aquel despertar por la mañana,
cuando rompía el sueño
el mugir de la vaca en la ventana,
y el breve ordeñador iba al ordeño.
Y aquella boca en el pezón colgante,
y aquel mirar de vaca, mansamente,
y después el delante
del testuz, y la vaca le lamía la frente.
Hoy lo enterramos. Vino
la fiebre, y en dos días se me fue. En el camino
he encontrado a la vaca; por la tierra albariza
se acercaba a lo lejos su dolor de nodriza.
Los dos nos arrimamos, y se puso a mirarme;
en la frente dolida se le avivó el lucero,
y sus ojos remotos parecían hablarme
del dolor que le daba de perder mí ternero.
Y la nodriza y todo
cuanto del llano tuve, se me quedó en el llano...
La vaca me miraba... me miraba de un modo,
que yo sentí la angustia de tenderle la mano.





Poema de Andrés Eloy Blanco. (Venezolano).




Foto de la red.

lunes, 12 de abril de 2010

La juerza d'un queré


La foto es de la ted. Si alguien tiene derechos sobre ella la retiro rapidamente.



La juerza d'un queré
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Júe'n la joya las Torbiscas una siesta
cuando'l sol achicharrba;
una siesta qu'entumía los sentíos
el bochorno de la calda.
Sin arrullo de las tórtolas
ni continos sonsonetes de chicharras,
sin trinios de cogutas
y sin roncos gurrapeos de las ranas:
Una siesta pa dormía baj'un chopo,
panz'arriba, junt'al agua.
Tan siquiera
los oidos barruntaban,
con la zumba de los negros moscardones
y las negras telarañas,
chorrear los goterones derretíos
de la pringue de las jaras.

En un claro de  la joya las Torbiscas
está Blas, el de la Juana,
mesmamente, de cluqillas, currucao
al sombrajo d'unas matas,
con la boca mu abierta
y los ojos encendíos como brasas.
Junt'a Blas están, cansinos y moorros,
los borregos que le jorman la piara,
y a la vera los borregos, dos mastines
con dos bocas como fraguas
por su recio resoplá como los fuelles
y sus lenguas colorás como las llamas.
Blas recorta con cuidao
los canutos d'una caña,
porque Blas quiere jacé con los canutos
una flauta,
pa de nochen con la luna
dir a dá su serenata
junt'al chozo donde duerme
Rosarillo, la zagala:
Una moza con los ojos m´ñas oscuros
qu'una noche de borrasca,
más alegre que la risa
d'un regacho de agua clara
y más güena que la Virgen de las Cruces
la Patrona de la Fiesta de la Raza.

Con os pelos esgreñaos´
con los ojos escocíos po las lágrimas,
medio loca por el mieo,
revolando los jirones de las sayas,
trompezando, dando brincos, dando voces
que retumban en las sierras solitarias,
va corriendo pa la joya las Torbiscas
Rosarillo, la zagala,
y detrás de Rosarillo va la loba,
una lobaechando babas,
con los ojos de carbuncos encendíos,
con el jopo entre las patas,
esgarrando a dentellás las chaparreras
po la juerte calentura de la rabía.
Naide acude de las sierras de l'umbría,
naide viene a socorrer a la zagala;
ya, la probe, ni gañir pué tan siquiera
y s'ajoga bajo'l sol que l'achcharra.
Paécen muertas
las laëras de los cerros,
y las joyas d'alreor, y las barrancas.
Paecen muertos los pastores, los zagales,
los mastines y los borros y las cabras.
Jacezando va corriendo, ya cansina
con los pelos desgreñaos, la zagala,
y trotando, detrás d'ella, va la loba
con el jopo entre las patas.
Va la loba ya mu cerca, va tan cerca
que l'alcanza...

Al prencipio resonó com'un gilguero
qu'en la joya las Torbiscas canturrara,
y endispués como los trinos d'una mirla
que dijera sus quereles junt'al agua.
Era Blas que ya jormó con los canutos
una flauta,
y soplaba pa jacé con sus soníos
una durce serenata,
pa que al son se le durmiera po las noches
Rosarillo, la zagala.

Algo asín como la vida que viniera
po los aires con el toque d'una flauta;
algo asín como la lumbre d'un relánpago
qu'en la noche las negruras esgarrara
luminando las majás a los perdíos
en metá de la montaña,
jué la música de Blas pa la chiquilla
tan a punto que la loba l'alcanzaba.
D'un tirón saltó una peña;
y al roär por la barranca,
dió un chillio: dió el chillio de las tórtolas
bajo'l vuelo de las águilas;
un chillio que en la joya las Torbiscas
resonó como'l clarín d'una batalla.
Blas sintió qu'aquel chillío
l'esgarraba las entrañas,
y noto que de sus deos s'escurrían
poco a poco los canutos de su flauta.
Blas la vido. Blas la vido como loca
revolcase entre las zarzas
y era ella ¡ye ra ella?
Rosarillo, la zagala,
la que Blas tanto quería dende nuevo
sin icirle una palabra.

Lo mesmito qu'un jabato corralao
po os perros, entre dmedio de las jaras...
lo mesmito que la trompa d'un torrente
corre Blas pa la barranca
donde viene ya la loba
con el jopo entre las patas.
Blas miró pa Rosarillo, de reojo,
y tiró por l navaja,
y se jué com'un alano pa la loba
qu'en un risco l'aguardaba.
Regruñendo como perros ajotaos
dieron güertas al reó d'una retama,
y endispués de cada güerta
s'encogían, s'aplastaban,
se miraban con los ojos encendíos
como puntas de carbones jechos ascuas.
Eran dos lobos iguales en la juerza.
Eran dos juerzas iguales en la rabía.
A la par s'abalanzaron dando juntos,
s'estrujaron, s'enrearon con tal gana,
qu'escupíos, y mordíos y abrazaos
se jundieron entre medio d'unas zarzas.

Solo Dios que dende arriba ve las cosas
que suceden en las sierras solitarias,
solo Dios vido la riña cuerpo a cuerpo,
solo Dios vido la lucha tan extraña
de la juerza de la rabia d'una loba
con la juerza del queré d'una zagala.

Ya no hay mieo, ya no hay mieo, la he matao,
dijo Blas cuando salió d'entre kas zarzas
esgarraos los carzones,
jecha cisco la zamarra
jecho un charco po la sangre
que del pecho y la cabeza le manaba.
Ya no hay mieo, ya no hay mieo de la loba:
La maté con mí navaja.
Ella vino despacito, sollozando.
S'arrimó sin dá la cara;
con la punta del mandil, jecho jirones
prencipió a secá sus lágrimas.
¬Eres juerte. ¬Dijo entonces Rosarillo¬
¬¡Gracias!... ¡Gracias!:
Eres juerte y eres güeno
como el Cristo de las Aguas¬.
Con la juerza d'un queré jondo, mu jondo,
que s'ajoga dentro'l alma,
Rosarillo de repente le dió un beso...
el primero qu'ella daba,
que tamién a Blas quería dende nueva
sin icirle una palabra.
Blas reía, se reía lleno e sangre
con la risa d'un regacho d'agua clara.

...............................

En las noches del verano,
en las durces noches claras,
cuandotiemblan las estrellas
entre medio d'una lun'azul y branca,
y s'escuchan a lo lejos los cantares
de los grillos y las ranas,
algo asín com'un jilguero
qu'en la joya las Torbiscascanturrara,
algo asín como los trinos d'una mirla
que dijera sus quereres junt'al agua,
se barrunta dende arriba de las sierras,
entre medio de los brezos y las jaras.
Es que Blas, junt'a la choza donde duerme
Rosarillo, la zagala,
toca siempre, toas las noches,
los canutos de su flauta,
porque ice que se sueña suRosario
toas las noches con la loba de la rabia,
y se duerme, mu tranquila, poco a poco,
con el son d'aquella flauta.
Y dormía se le ríe, se le ríe
con la risa d'un regacho d'agua clara.



Poema de Luís Camizo. El poeta extremeño por excelencia. (Para mí al menos).